Pato

A veces pareciera que el universo conspira para dirigir nuestras miradas a algo específico. Como un caminar confuso y a trompicones por una calle de una ciudad abarrotada de almas, estrellándonos con personas que luego nos indican sin hablar para donde ir, aunque no hayas preguntado. La naturaleza se confabula con acciones simples pero que al unirlas parecen el arte de una gran y sofisticada organización. La unión de conspiradores del destino.

Por azar del cerebro recordé esas tardes en las que iba al Ateneo de Madrid a escuchar a Agustín García Calvo. Recuerdo mis neuronas procurando entender las palabras que salían de su extravagante seso. Casi que podía oir un silbido del vapor producto del esfuerzo mental que mi mente estaba haciendo. Aunque siempre confié en que algo, quizás, se decantaba en mi poso intelectual. Aunque nunca guardé muchas esperanzas.

Agustín no solo era un politico, filósofo y poeta; sino también un buen traductor del latin y griego. Buscando entre sus libros, encontré una traducción De Rerum Natura de Lucrecio. Empecé una vorágine de investigación que concluyó con mi lectura de The Swerve de Stephen Greenblatt.

El libro un soso en algunas partes, pero de gran interés en otras, narra la historia del re-descubrimiento de De Rerum Natura por Poglio, un cazador de los libros clásicos del siglo XV. El libro relata el entorno en el que Poglio encuentra el libro. No sin antes darnos mas contexto: de los escritores clásicos latinos y griegos, de la vida cultural antigua, y lamentablemente, de la magnitud de la pérdida sin parangón de escritos y, de forma sistemática, por una nueva plaga mental y política que apareció en los primeros siglos: el cristianismo.

Pasó mas de un milenio para que esta obra saliera de nuevo a sus andanzas. Y lo hizo con vigor, hay que decir, tanto que el autor sugiere que fue en parte el catalizador del renacimiento.