ojopieza

Por allá a principios del dos mil viví en una época de afán lector. Un amigo me había sugerido algún libro de Thomas Bernhard, un autor del que nunca había oído. Terminé fascinado por sus libros, por su rabia, por su nihilismo y sus formas. Ese ritmo especial: Dos pasos adelante, uno atrás. Leerlo es revivir cada idea con una cadencia exquisita y musical. Leí varios de sus libros. Pero mi seso terminó vagando en otras aguas y no leí El Malogrado, quizás su libro mas famoso.

Hace poco lo empecé a leer y me sorprendió como si fuera la primera vez que leyera a Bernhard. Con el beneficio de tener una mente quizás mas organizada, con capacidad de apreciar incluso mas sus sutilezas. Ávido y goloso.